Miedo

Miedo que alumbra, el miedo que con su silencio condena el futuro.

Hemos caminado por parajes disonantes, absortos en balanceo de un arbusto, evitando el aleteo del águila que sobrevolaba sobre nuestra triste alma. Hemos cercenado las esperanzas de un mundo que colisiona continuamente con nuestros deseos, resquebrajando poco a poco, esos sueños que construimos desde nuestra inocente infancia. Hemos navegado por mares grises, sin darnos cuenta de que no eran más que una amalgama de cuerpos sin vida, en la frontera limítrofe de la decadencia. Nos hemos consternado con actos de dureza tal, que la crueldad ha perdido su esencia misma. No construimos un futuro, simplemente edificamos logros en base a la nada, mientras intentamos subsistía de la peor manera posible.

Tenemos miedo, y nos negamos a reconocerlo al mundo porque el miedo es cobardía y negacionismo. Tenemos miedo al mismo tiempo que olvidamos que temer es padecer, que temer es sentir, que sentir es prepararse. El miedo incapacita, o eso nos han dicho multitud de veces, pero al final no deja de ser un mecanismo evolutivo que nos advierte. El miedo otorga razón a pensamientos irracionales. Pero tener miedo no es esconderte en una cueva, tener miedo es afrontar el día a día de la mejor forma que se pueda; tener miedo es concluir que eres un ser racional y capaz. Puedes y debes tener miedo.

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