Y Dios llegó con su mano abierta y aupó a los cielos al condenado. Entre privaciones y delirios, el hombre de soslayo, observó a lo lejos como las nubes opacaban los truenos. La desilusión acuciante no acabó por perpetrar el crimen, pues fue su descendencia quien, sobre gritos y proclamas, fusilaron la razón. Acobardados, maniataron el pensamiento y lo lincharon hasta que la sangre fue indistinguible de la masa desquiciada, acabando por decenas con quienes prometieron traer la paz a un mundo quebrantable.
Dios ya no existe, pues Dios mismo desistió del ser humano en el momento que éste lanzó la primera piedra. La segunda fue una espada y la tercera una bala. Desde entonces, un desfile de barbaridades se han ido sucediendo una tras otra, como unos patitos en la feria. Y nosotros… nosotros nos hemos dejado ir hacia el caos, abrazando el vacío y el desapego de una sociedad amortizada. Nos hemos transformado en golems de insensatez e ira, un cúmulo de sentimientos oscuros y procesos cognitivos desatados. Somos la renuncia de Dios al hombre. Somos el hombre que ha renunciado a serlo.
Somos los bárbaros que han entrado en Roma y la están quemando desde dentro. Las murallas son nuestros hijos, y mientras acabamos con todo, ellos impiden que la razón pueda entrar.
Somos el mundo desatado, la razón otrora inmortal, convertida en polvo de estrellas. Somos la realidad indeleble de un universo indomable. Somos lo que quisimos ser. Somos lo que buscamos ser.
Somos y no somos.
Dios salve al hombre, si es que queda ya algo que salvar.
Tremenda la facilidad con la que dices lo que otros pensamos, llegue aquí de chiripa pero me voy a quedar. Un fan.
Siempre queda algo que salvar hay que tener esperanza. Si empezamos a ser pesimistas con todo lo que nos rodea vamos a irnos directos a la mierda
Nos tenemos que salvar nosotros amigo, nadie va a venir a hacerlo. No existen salvadores
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