Un bulo llamado China

El virus mentiroso

La realidad acierta por ser tozuda, la realidad es un ente maquiavélico que siempre dobla el sistema para someterlo a su voluntad. Porque la realidad, aunque cruel y fría, es la verdad atemporal, el destino de todos; seamos creyentes en ella o no. La realidad es el único camino, porque es el camino.

China se elevó durante estos dos últimos años como culpable y magnánimo gobernador del mundo pospandémico, donde sus elucubraciones y ocultos motivos no trascendieron más allá en una opinión pública sin juicio aparente. Si bien existieron ciertos remanentes y azotes para ejercer presión contra el régimen de Pekín, la mayor parte de la población decidió mirar hacia otro lado. Los medios se cerraron sobre la mentira china, y el mundo intentó afrontar la pandemia como buenamente pudo. Por supuesto, con un horroroso resultado social.

Supongo que ese es otro tema, que no debería de tocar ahora.

China se elevó como el salvador, como el estratega iluminado que supo afrontar el COVID como el resto deberíamos de haberlo hecho y lo eliminó de sus tierras como David venció a Goliat. Pero en esta ocasión David usó un C-90 y Goliat era una mota de polvo en mitad de una cristalería. Muy efectivo, una estrategia brillante que todo el planeta debería de haber copiado. No puedo evitar pensar en las redes sociales durante diciembre de 2020, mientras en occidente esperábamos ansiosos la vacuna, disfrutando unas navidades encerrados en nuestras casas y alejados de nuestros seres queridos, los chinos se reunían en parques acuáticos, macrofiestas; calles repletas y una forma de vivir que nos recordaba a los tiempos que pensábamos que no íbamos a volver.

Ellos habían acertado.

Los medios trabajaron con ahínco, junto con nuestros santos pandémicos, diciéndonos una y otra vez hasta el hartazgo, que la estrategia china zerocovid era la única factible. Que eliminar el virus de raíz, era posible, que borrar cualquier rastro viral de nuestra sociedad era una meta que podía alcanzarse, con el eterno sacrificio de una plebe por el que ellos, por supuesto, nunca iban a pasar. El sacrificio debías de realizarlo tú, porque mientras tu mantenías tu vida en pausa, ellos llenaban sus cuentas bancarias mediante decenas de horas en televisión y radio, primeras páginas en medios de papel y digitales, contratos gubernamentales y creación de empresas relacionadas con un virus que había que estirar. La estrategia zerocovid nunca fue una estrategia factible, lo sabían y lo saben, pero también saben que es sencillo engañarnos, y mantener el engaño es preciso si desean retirarse antes de empezar tan siquiera a trabajar. Porque de todo se trató todo esto, de un vil engaño al cual amarrar su futuro brillante, el empaparse de dinero antes de que te des cuenta de la enorme mentira que han patrocinado. La simple y vieja corrupción.

Poco importa el partido o el medio, creo difícil encontrar uno solo que no tomase partido y de algún modo, se llevase su mordida relacionada con sus decisiones.

¿Y ahora? Ahora vemos como China confina de nuevo barrios enteros, ciudades, mientras Ómicron se extiende como la pólvora en el país. De nuevo, la falacia se da de lleno con la tozuda realidad, y ahorca al sistema con la misma cuerda que éste estaba ahorcando a la sociedad. La cuerda de los hechos construidos en base a la palabra material. China se encuentra en una encrucijada tétrica, en la que sus nuevas decisiones son sus viejos errores. El mundo asiste atónito, con las vacunas resolviendo el problema (Salvo los deseos de estirar un chicle que no da más de sí por los nombrados un poco más arriba) y dejando atrás el virus, al caos chino que se avecina por el horizonte como una nube que nos va a cubrir más pronto que tarde.

La esplendorosa estrategia china arremete contra la libertad más básica del ser humano: ser humano. Aglomeraciones criminales si salta un simple positivo en un centro comercial, un edificio, unas oficinas o una simple escuela, imposibilitando la salida hasta que todos y cada uno de realicen una PCR. Confinamientos liberticidas en barracones, donde se aíslan positivos, apartándolos de sus familias, como si fuesen simple ganado. Niños alejados de sus padres, gritos en la noche y una estrategia óptima en un mundo sacado de la peor distopía imaginable. Hacinamientos en hangares, terribles visiones que nos retrotraen a 2020 en Wuhan, en esos sitios donde la dignidad desaparece por las pocas ventanas existentes. Eliminación de mascotas, por un bien mayor. Concertinas en los barrios aislados, porque salir de tu zona de confort es un pecado del que el buen gobierno te permite no formar parte. ¿no las hay?, amplia bien las fotos. Todos las pasamos por alto porque no es lo que llama la atención en la imagen. Y rebelión en muchas situaciones, con civiles enfrentándose a la autoridad, violencia fruto del hartazgo y la propia violencia estatal contra una población que puede soportar un grado de sumisión mayor del que se piensa, pero tiene un límite como lo tenemos todos. Redondea los hechos el perro robot que patrulla las calles emitiendo un comunicado en bucle con las medidas que tienes que cumplir para ser un buen ciudadano, por si no es suficiente presentar un código hasta para ir al baño, o un carnet de buen ciudadano que tolere que hagas ciertas cosas más allá de lo permitido. Para ser un buen ciudadano tienes que cumplir, otra cosa es el precio que debas de pagar por recibir esos privilegios que tú, amigo occidental, das por hechos desde que naces.

Muchos siguen negándose a creer todo el surrealismo que rodea a China, porque reconocerlo sería admitir que esas políticas que defienden son un abuso de poder sistemático, acientíficas y que tan solo construyen muros entre la gente. Unos muros que cuando caigan, van a llevarse a muchos más de los que esperamos por delante. El zerocovid es una quimera, pero una quimera que viene de la mano con violaciones masivas de los derechos y libertades más básicos e inalienables. ¿Pagaríais el precio?, lo hacéis desde la comodidad del primer mundo, con un gobierno que no ha llegado a ese extremo sádico e inhumano, pero en el fondo, cada fibra de vuestro ser, os dice que no aguantaríamos ni un segundo. ¿Por qué?, porque está mal. Y aun tenemos el sentido común suficiente como para discernir el bien del mal.

China es un país arrodillado ante un gobierno que está sembrando la cosecha que volará su régimen en el futuro.

Pasará, pero aún no lo saben.

No se pueden poner puertas al campo, por eso los confinamientos con el covid no sirven para nada. Pospones lo que va a pasar si o si, y cuando tu estrategia de vacunación e inmunidad frente al virus ha sido nefasta, tienes que aceptar tu error y virar el timón antes de que sea demasiado tarde. El virus barrerá China de norte a sur, o tal vez estemos asistiendo a un teatro en las grandes urbes, mientras en las zonas más deprimidas del país todo sea una merienda de negros. Pero alejada de los focos, que nadie mire. China se enfrenta a la realidad, sin armas y parapetada con un folio en la mano como escudo. Para salir de la pandemia hay que pagar un peaje que todos hemos abonado, en mayor o menor medida, China pensó que iba a ser la más lista de la clase saltándose la barrera, pero ha tropezado con ella y se ha caído de morros contra el duro asfalto. Ahora está ahí, tirada en la salida, y el resto no podemos volver a incorporarnos a la carretera.

Es un mal momento para depender de China.

El horror sanitario chino será la hiperinflación y ruina económica de occidente. Bienvenidos al circo chino, aún quedan entradas para un show que nadie quiere ver pero al que todos vamos a asistir. Y en primera fila.

5 comentarios

  1. Gobierno criminal

  2. No se puede exponer mejor. Cada día estás un pasito por delante de muchos profesionales del ramo. Felicidades.

  3. El covid zero ya es una especie de credo, una Fe fanática que tienen que seguir como si les fuese la vida en ello

  4. CHina es la mayor estafa del siglo. Un gigante con los pies de barro repleto de corruptos

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