Twitter no es España

Las perspectivas son complicadas y nos hacen creernos por encima del bien y del mal. Perspectivas generadas en base a ilusiones que nosotros mismos engordamos por un objetivo que no tenemos muy claro, pero pensamos que, haciéndolo, tendremos posibilidad de que esa ilusión se convierta en una realidad más allá de toda duda. Y no, amigos, no es así ni mucho menos.

Ayer hubo elecciones en Andalucía y no sal la sorpresa en Las Gaunas, el PP arrasó arrastrando el voto del ya extinto partido naranja Ciudadanos y rascando algunos votos del defenestrado PSOE, del que hablaré más a fondo en otro momento. Podemos, por su parte, se ha caído con todo el equipo junto a confluencias y demás experimentos populistas de izquierda, que ya han pasado a mejor vida a nivel nacional, a pesar de los remanentes que van quedando cada vez más dispersos. Pero en el otro lado está Vox, que si bien mejora resultados, no deja de ser cuanto menos un fracaso, máxime cuando llevas regalando los oídos a tus votantes con una ‘sorpasso’ al PSOE e incluso ser la llave de la gobernanza de la comunidad. Y no es invención mía, tan solo recuerdo las palabras de medios afines y seguidores del partido verde que vendieron la piel del oso antes de cazarlo. Porque Bonilla tendría que aceptar ser el vicepresidente de Olona, ¿recordáis? Y es el problema de las perspectivas en base a un globo inflado de forma artificial por tu impacto residual en las redes sociales, que cuando la realidad asoma la patita, un buen resultado queda empañado por tus perspectivas irreales. Y de ahí al pozo, tan solo hay un pequeño paso.

Cómo Podemos en su día, Vox ha centrado su discurso en el populismo de mercadillo y en las redes sociales, con palabrería hueca y sin ninguna idea que añada novedad a la ecuación. De este modo, el partido se ha ido cimentando en base a comentarios fake, postureo y visitas o retuits sin forjar antes una base sólida de votantes aprovechando la coyuntura del PP, que en su descalabro colaboracionista con el gobierno de Sánchez, no parece haber perdido un solo punto de apoyo a nivel autonómico. Así que de este modo, Vox ha preferido una estrategia discutible, pero que ha empañado el partido y su devenir por completo. Han optado por las conspiraciones y supuestas agendas secretas para arrastrar el voto descontento de una población que si bien necesita culpables, a la hora de la verdad no deja de considerarte un pobre iluso sin más oficio ni beneficio que ser el vocal de tu comunidad de vecinos. Y muchos de esos que te ríen las gracias por las que te envalentonas, a la hora de la verdad no te van a votar.

Independientemente de la opinión que tenga de Macarena Olona, Vox ha renunciado a su mejor parlamentaria para introducirla en una campaña andaluza donde, salvo explotar su imagen de mujer madura y atractiva, no ha ofrecido una sola alternativa viable a la situación que se vive allí y en el país en general. Postureo del más básico, limitando sus capacidades oratorias y guiando el discurso hacia derroteros magufistas y extraños, donde el fantasma twittero medio del partido, llena las redes con conspiraciones lgtb, fumigaciones desde el aire y vacunas con 5G y chips que nos convertirán en robots (y eso a los que no fallezcan en esta campaña de reducción de población patrocinada por la Agenda 2030 y Bill Gates), mientras nos dejamos llevar por ellos; dioses salvadores que llegan ante nuestra presencia para dejarnos fluir como seres de luz. Demonios, sé que es absurdo, pero llevo lidiando muchos meses con este tipo de gente. Y si bien sé que no son todos los afiliados y votantes de la formación de Abascal los que comulgan con esta maraña de tonterías, son esos a los que el partido ha permitido llevar la voz cantante. Los de Abascal han dejado de lado a personas válidas por ultras incapaces que no pueden tejer dos frases sin su pertinente copa de DYC. Han abandonado un discurso de derechas coherente, para que sea el populismo extremista y magufo el que reine en el partido y dirija la agenda de cara a las próximas generales.

Cada uno sabe lo que tiene en casa, eso bien lo sabemos todos.

Llegados a esta situación, a mi modo de ver Vox se ha dado de bruces con una verdad inamovible en el mundo: las redes sociales no son un reflejo fehaciente de la realidad. Si bien pueden considerarse un muestreo clave de lo que es el país en cierto momento, a la hora de la verdad es un mundo aparte en el que de nada sirve ser el Rey Midas ahí dentro, cuando la mayor parte de los votantes son personas que no tienen una cuenta en Twitter o no se mueven por el mundo digital, más allá de entrar a ver las esquelas al diario local de turno. Eres el campeón en el pajarito azul, pero cuando sales ahí fuera compruebas que tu margen siempre es el mismo, que has tocado techo y lo más seguro que no aspires a más de lo que has llegado a tener en la penúltima ocasión. Porque Podemos eran los anteriores campeones, me da que esto no lo han olvidado todos, y el ‘sorpasso’ al PSOE estaba próximo. El partido morado reinaba en Twitter y Facebook, navegaba con todo el viento a favor y también llenaba pabellones deportivos y reunió bajo una misma idea, enormes cantidades de gente en sus mítines. Vistalegre fue una barbaridad, y parecía anticipar un cambio en la forma de entender la política patria. ¿Qué pasó?, que la realidad al final se hizo carne y no pudieron luchar contra sus propias perspectivas. Falsas, por otro lado. La diferencia entre Podemos y Vox es que los primeros alcanzaron su parcela de poder tangible y la gente vio lo que en realidad era el partido. Vox por ahora no es más que una comparsa y quien sabe, tal vez la estrategia del partido ahora diese un vuelco definitivo y se dirijan hacia esos derroteros más sencillos de sobrellevar. Y tal vez Vox esté cómodo en esta situación, sin responsabilidad de gobierno y pudiendo meter mano sin enmierdarse lo suficiente como para que el gran público empiece a preguntarse por qué. Es decir, no caer en la trampa de Podemos, al que se le vieron las costuras en cuanto fue reclamando su cuota de poder frente a un PSOE malherido. Puede ser una estrategia inteligente, pero si no vas a ser alternativa de gobierno, creo que hay formas más elegantes de llegar a ese punto.

Repito, cada uno sabe lo que tiene en casa, pero en este punto en concreto, mi apuesta es que Vox irá en caída libre y su momento ya ha pasado.

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