Sanidad política asturiana

Fotografía realizada en el C.S La Corredoria, en Oviedo

Las inversiones se las lleva el viento, como las promesas y las palabras que salen de la boca de la caterva política patria, que es incapaz de mantener una idea que se sostenga más allá de media campaña electoral, porque el honor es lava. Y es uno de los mayores problemas que tenemos, el no disponer de una clase política que tenga unas miras más allá de ir a cuatro años vista. Pero tampoco pasa nada, porque a fin de cuentas es lo que quiere la mayoría de los votantes españoles.

No menos baladí que las promesas, son las palabras lisonjeras con las que muchos caudillos autonómicos, de manera premeditada, disfrazan la carencia de argumentario de sus discursos con autobombo, flores y mensajes de parvulario para un electorado incapaz. En Asturias sabemos mucho de eso, porque a fin de cuentas conocen bien a sus votantes y son conscientes de que un mensaje falso y directo les asegura el sillón cuatro años más. De media mentira en media mentira, y consigo avanzar otra casilla.

Y entramos de lleno en esas palabras con las que se llena la boca (aparte de degustar quesos en León) el presidente de Asturias, Barbón, cuando indica que su inversión en sanidad va más allá de lo humanamente esperado. Incluso sobrepasa las promesas electorales, situando a Asturias en una de las autonomías con mayor gasto sanitario per cápita de todo el territorio español. Claro que Barbón se olvida de un par de cosas y es que, estaría bueno no ser la autonomía que más gasta cuando somos la autonomía con más ancianos de España, ¿no? Tendría huevos que en este asilo al aire libre que somos, no fuésemos los que más gastamos en ese terreno, y con diferencia respecto al segundo. Claro que la mayor parte se va en cuidados para esa población anciana. Nada más y nada menos. De la otra parte de la ecuación que se olvida normalmente el señor Barbón, es en desglosar ese gasto sanitario por habitante del que tanto presume. Porque, claro, entonces entraríamos en un terreno pantanoso y de preguntas que quizás empezarían a incomodar un poco a la clase dirigente astur. La FSA es como ‘uno de los nuestros’ y pueden buscarte la ruina al menor movimiento, porque a fin de cuentas en Asturias lo controlan prácticamente todo. Y cuando digo todo, es todo.

Mientras el gobierno asturiano tiene a los ambulatorios bajo el yugo de la incapacidad de acción, sin permitirles disponer de personal ni cubrir bajas o vacaciones, el inefable de Laviana dedica sus largas horas como gestor del presupuesto a cargo de la Moncloa en disparar tuits a diestro y siniestro hacia temas de vertiginosa actualidad. Tales como unas jornadas de la sidra, las elecciones andaluzas o no sé qué problema acaecido en Estados Unidos. No me cabe duda de que a los médicos que pusieron el cartel de la imagen en el Centro de Salud de La Corredoria, en Oviedo, les place observar como el presidente del Principado dedica sus horas laborables a escribir en una red social comentarios en los que, aparte de darse jabón, demuestra una incapacidad mental digna de un tocón en mitad del monte. Por supuesto que el señor Barbón, como prohombre dialogante y de acción directa, permite el debate sano y recíproco en su red social. Casi tanto como su consejero de Sanidad. Al menos el primero no te bloquea, tan solo capa la capacidad de respuesta a sus tuits permitiendo ésta tan solo a los que le han pasado la mano por la barriga con anterioridad. El otro directamente pulsa el botón de bloquear y adiós muy buenas. En Asturias disponemos de un gobierno siempre abierto a escuchar opiniones ciudadanas ajenas a su enfermo entendimiento de la política comunitarita.

Nótese el sarcasmo.

Los ambulatorios asturianos últimamente me recuerdan un poco a esas colas soviéticas para tener tu onza de Avecrem o disponer de esos 300 gramos de arroz semanales.

Colas eternas cuando tienes que acudir a pedir cita, médicos que no están y citas telefónicas que se quedan en el limbo, obligando al ciudadano a acudir al Centro de Salud con un enfado evidente a ver qué coño pasa. Porque en un ambulatorio de 10 médicos, solo están trabajando 6. Y están trabajando solo 6, porque la administración ha decidido no cubrir esos 4 cupos que, sea por baja o vacaciones, no están cubiertos. Por lo tanto, esos 6 médicos acumulan los pacientes de sus compañeros, más los suyos propios. No voy a negar que en muchas ocasiones pienso que los médicos en Asturias se quejan mucho, pero protestan poco. Aceptan cada abuso de la administración con una servidumbre ejemplar y descargan esa frustración con el paciente. De esa burra no creo que me bajéis nunca, no al menos hasta que vea a esos mismos médicos salir en tromba a protestar contra esta situación. Porque, si permites que te pisen y desvías las culpas hacia quien no debes, vas a generar muchas cosas y entre ellas la empatía no va a estar.

Al final es todo muy simple, si te pisan tú te plantas. Porque está muy bien poner cartelitos en los que yo me lavo las manos, pero estaría mejor salir a plantar cara y echarle huevos ante los que os han arrastrado a esta situación, queridos sanitarios. Porque para recibir aplausos todos estabais en primera línea de fuego, para luchar por lo que es vuestro nos pedís a los demás que lo hagamos.

Pero bueno, es lo que hay, ¿no?

La cuestión aquí es tener a un gobierno regional pagado de sí mismo que se dedica una y otra vez a señalar que en esta comunidad se gasta por habitante una cantidad ingente de dinero (si se compara con otras), como forma ejemplar de hacer política. Y empiezo a preguntarme que si no hay médicos, enfermeros, especialistas y el hospital central se cae a cachos (a pesar de tener menos de 10 años), ¿dónde se está yendo ese dinero? ¿A dónde se van esos supuestos 2000 millones de los que hablaba Barbón? Y la respuesta sigue siendo más simple de lo que no podría creer: favores. Porque en Asturias no tendremos médicos, pero si tenemos un cupo bastante amplio de mandos intermedios y altos en ciertos puestos de irrelevancia total. Directivos de estómagos agradecidos, comisarios políticos y sindicales que promocionan las bondades del partido y mantienen muchas bocas cerradas en hospitales y ambulatorios. Y al final, cuando has poblado cada estrato de la sanidad de carroñeros sedientos de carne putrefacta, tienes que, al menos, darles algo para que estén contentos o se lanzan a tu yugular. Porque Asturias no gasta mucho en sanidad por habitante. Asturias gasta mucho en sueldos sanitarios por habitante, sueldos de puestos doblados en los que el comisario de turno cobra un dineral mientras que el currito que hace su trabajo y el del comisario, va rotando a contratos intentando conseguir los puntos necesarios para cubrir una baja larga y poder ir asentándose con la promesa de un puesto el día de mañana, y el puesto llegará siempre y cuando acabe pasando por el aro. ¿Ese va a protestar?, ese va a acatar todo lo que le digan porque están jugando con el pan que pone en su mesa. Y ahí tenemos el funcionamiento del reloj sanitario asturiano. Todo repleto de imperturbables jetas que tienen la maniobrabilidad moral de un F1 y una carencia de escrúpulos digna de Ted Bundy.

Así que cuando escuchéis a Barbón tirarse flores por lo que gasta en sanidad, deteneos un segundo y pensad: ¿Por qué jamás desglosan ese gasto?

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