
Media tarde del 18 de marzo de 2022, se filtra una carta desde Marruecos en la que Sánchez afirma que España apoyará la propuesta del reino alauí de autonomía para el Sáhara. O lo que es lo mismo, la neutralidad tradicional en el conflicto saharaui de Madrid, vira hacia un apoyo a las nuevas políticas marroquíes respecto a la antigua provincia española y el conflicto que mantiene el polisario con Marruecos. Un cambio de rumbo incomprensible que se hace sin contar con el apoyo del Congreso, del principal partido de la oposición ni de los socios de gobierno del PSOE. Una modificación de la política diplomática española por decreto, y bajo cuerda, en la que una vez más la sospecha y el trabajo entre bambalinas brillan por su ausente relevancia.
Por supuesto, tras la indignación que supuso el alumbramiento de la noticia y la posterior salida a la luz de ciertos aspectos del acuerdo, la maquinaria del gobierno comenzó el trabajo a toda máquina para intentar limpiar el desajuste y venderlo ante una población hastiada, como un éxito de gestión que llevan tejiendo más de 8 meses con Rabat. La bola de nieve creció en minutos y las redes empezaron a llenarse de respuestas sarcásticas y burlonas al acuerdo, un acuerdo que nos intenta colar un gol por la escuadra (Cuando va a la grada) argumentando que nuestro gobierno se adelantó a los acontecimientos acaecidos en Ucrania, sabedor con una antelación que asusta (más de medio año) lo que Moscú tenía en mente para el este de Europa, antes que nadie. Obviamente esto no deja de ser otra maniobra para limpiar una imagen ya de por sí destrozada, de un gobierno que lucha por salvar sus muebles y el nombre del partido que lo encabeza, antes de caer en el estercolero de la historia como el más nefasto que ha visto la democracia española.
Realpolitik, lo llaman ciertos medios afines. Realpolitik, que lanza la bomba del acuerdo como si nos encontrásemos ante el maná de la diplomacia española, y no ante la enésima bajada de pantalones de un gabinete incapaz y superado por cada aspecto del mundo real. Porque, es lo que tiene cuando vives ajeno a la situación y gobiernan en base a juegos infantiles, proclamas vacías y gestos de cartón piedra, que obtienes la absoluta nada. Con ahínco apabullante, nos dirigen hacia la opinión de que el Sáhara ya era solamente una causa romántica en el ideario patrio, tanto de izquierdas como de derechas, que no tenía mayor importancia en el concierto internacional, más allá de izar banderas en manifestaciones y algún que otro discurso en los Premios Goya. Nos cuentan con orgullo que Sánchez ha decidido, cual estratega isabelino, sacrificar el Sáhara por el bien mayor de la nación, y posicionar a España como el principal proveedor de gas de Europa. Con una sonrisa en su boca (previo pago, imagino), los adeptos a Moncloa (otrora periodistas, hoy a duras penas vociferadores del régimen) te cuentan con entusiasmo que el movimiento realizado ayer, acercará posturas entre Argelia y Marruecos, pues con la venta del Sáhara a su mayor enemigo territorial, los argelinos se mostrarán agradecidos al salvador hispano por soltarles de ese muerto en vida que es el polisario. Argelia, en lucha por el poder del magreb con Marruecos y por ser el mayor proveedor gasístico de Europa, asistirá con ánimo inquebrantable al aumento de la fuerza marroquí y la inclinación de la balanza hacia el lado de un Mohamed VI que, entre sus disfrutes inconfesables en París con chulos y chulazos, se retuerce de risa ante los desmanes del país que antaño ejercía algún tipo de influencia en él.
El resumen es: Argelia tiene un gaseoducto que atraviesa Italia, pero usará a España de nexo con el resto de Europa porque hemos pactado con Marruecos. Un movimiento realizado por el PSOE que conocía hace ya meses las sanciones contra Rusia. Es sorprendente como conociendo las sanciones contra Moscú, no pudieron prever la guerra y lo que hacía redoblar sus tambores en cuanto al alza de precios en las materias primas. Te regalan los oídos con un falso acuerdo en el que la diplomacia española actúa a niveles galácticos, pero a la vez te cuentan que la crisis deriva de Rusia y que no tomaron decisiones con antelación porque nadie lo veía venir. Imagino que el PSOE state of mind, soporta todo a estas alturas.

La Realpolitik de ceder posiciones a cambio de buenas promesas siempre ha funcionado, Cataluña es la demostración clara del éxito. Rusia, también. Digo esto porque en ese supuesto acuerdo filtrado, Marruecos no garantiza nada más que su buena fe en que en el día de mañana dejará tranquilas Ceuta, Melilla y Canarias. Una buena fé del país que juega con los flujos de inmigración en el sur para desestabilizar nuestras fronteras en África y poner en jaque a un gobierno que ayer, aceptó las hermosas palabras de Rabat, como acto de compromiso. No hay nada firmado por el lado marroquí, pero conjeturamos según nos indican los voceros del gobierno, que Marruecos cumplirá diligente su palabra, ¿Qué nos hace dudar? Estoy seguro de que Marruecos no cercará el trecho de las aguas territoriales de Canarias para explotar los yacimientos petrolíferos que allí existen. Esos que durante años se han desdeñado desde España, porque es más relevante mantener la dependencia energética del país, y un desempleo salvaje en Canarias. La contaminación, ah, la contaminación. Estoy seguro de que con la explotación marroquí de los yacimientos, si existiese algún tipo de problema en el futuro, nos lo resolverán presto y al momento. Tenemos su palabra. Bueno, también la tenemos de que no van a explotar el petróleo de la zona… ah no, de eso no tenemos nada. Y por no tener, ya no tendremos ni petróleo.
Un movimiento que puede hipotecar la propia existencia de España como nación en el futuro, pero que goza del beneplácito de Marruecos. Un movimiento del que no fue informado nadie dentro de nuestras fronteras, ni del gobierno argelino, pero que cuenta con la buena fe de Rabat. Es la Realpolitik, amigos.
Sorprende la dureza con la que tratamos a Rusia, bajo el paraguas de la Unión Europea y la OTAN claro, en un conflicto sin el menor interés estratégico para España, y cedemos en todo a cambio de buena fe en otro en el que nos jugamos todo. Ofreciendo, además, una imagen de debilidad internacional que aprovecharán otros que están llamando a la puerta.
Pero Realpolitik, amigos. Cedemos sin recibir un reconocimiento inamovible sobre Ceuta, Melilla, Chafarinas y las aguas territoriales, pero tenemos su palabra. Y si no cumplen, pues siempre tenemos el Sáhara para ejercer presión. Ops, no. Pero es Realpolitik, que lo dicen los entendidos. Qué sabré yo, si a fin de cuentas solamente soy un tipo cabreado tecleando en un ordenador a las 11:00 de la mañana en una ciudad del norte del país, sin más oficio ni beneficio que lo poco que he leído y unos estudios que no me han servido ni para conseguir un trabajo precario de lo mío.
Haríamos bien en invertir en defensa todo lo que podamos, si queremos dejarles un país en el que vivir a nuestros nietos. Pero qué sabré yo, si solamente soy otro ciudadano español cabreado.
Bravo. Y con los días de esta viendo que tenías razón
Que puñetera razón tienes. Y lo has clavado todo
Me sangran las manos de aplaudir
Joder Hixto, da gusto leerte