¿Qué toca odiar hoy?

Hace unas semanas se rebeló al mundo el tráiler de la nueva película de Black Panther, el superhéroe interpretado por el fallecido Chadwick Boseman, que tiene como empresa pasar el hábito a un nuevo protagonista homenajeando al anterior, sin perder la esencia que éste le dio al personaje. Si bien es cierto que la primera película fue interesante, yo soy de aquellos que no le encontraron ese toque épico que tanto me quisieron vender. Pero imagino que esto no es más que una cuestión de gustos, porque también reconozco que la adaptación de la mitología del cómic a la pantalla grande, me encantó. Y es una película que puede vapulear sin despeinarse a todos los productos que nos ha ido dando La Casa de las Ideas desde Endgame.  

Por supuesto, con la llegada del tráiler, empezaron a desvelarse algunos motivos de la trama, amén del villano (o más bien antihéroe, porque no va a ser un villano propiamente dicho) principal que será Namor, viejo conocido de los aficionados al cómic y novedad para aquellos que solo conozcan el universo cinematográfico. Y hasta aquí, todo en orden. Dos tráilers emotivos, faltaba más, donde podemos captar la esencia de la película, que girará en torno a la despedida de Boseman: ya sea como actor, persona y personaje, además de la introducción de nuevos nombres al universo, que nos acompañarán los próximos años. Wakanda Forever seguirá el patrón básico de cualquier otra película del género, más o menos. Porque todo parecía ir sobre ruedas, hasta que a Marvel le dio por cambiar el origen del antagonista principal, para no condicionarlo a su contraparte de DC: Aquaman. Y es que Namor no será atlante como siempre ha sido en las páginas, en cambio su origen vendrá de un nexo entre las culturas mesoamericanas precolombinas.  

Por lo visto, que un estudio de cine de una editorial de cómics modifique la localización de un continente ficticio, de un personaje de una de sus historias que vive bajo el agua y puede volar, es algo que para muchísimas personas altera el orden natural de las cosas.  

Que me parece estupendo que puedas discutir multitud de aspectos en las adaptaciones: ya sea dudar de su fidelidad, poner en tela de juicio el producto o ciertas decisiones que se toman desde la dirección, yo soy el primero en hacerlo, porque es imposible que llueva a gusto de todo el mundo. Es nuestro precepto como consumidores, si no estamos satisfechos con lo que estamos viendo, jugando o leyendo, podemos ejercer una crítica o manifestar nuestro descontento. Pero de ahí, a odiar y convertir en una cruzada personal el ataque continuo a cualquier producción que no se asemeje a tus gustos, o nos pensemos que cumple agendas ocultas; e incluso acosar, vejar e insultar a los creadores o actores, hay un trecho muy grande. No todo vale, o al menos, no todo puede valer. 

No me quiero imaginar lo que tiene que ser levantarse por la mañana y pensar en qué vas a odiar hoy, y con qué intensidad lo vas a hacer. Supongo que estas personas se sentarán a tomar su desayuno, teléfono en mano, pasando noticia tras noticia y apuntando mentalmente las cosas por las que se irán sintiendo ofendidas a lo largo del día. Visualizo una lista de motivos tan grande como la lista negra de Sheldon Cooper, aunque no en disquete, que eso ya pasó de moda. Harán cierto esfuerzo mental, mediante el cual la ofensa personal irá creciendo a un nivel tope, porque de otro modo tendrán un esguince cerebral y acabarían en urgencias odiando muy fuerte al matusalén que va delante de ellos con una pierna rota. 

Ya llegan los mutantes. 

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