Política verde: una cuestión de Fe

El ecolojetismo (Que no ecologismo) es precioso y bonito. Lo es porque nos hace formar parte de algo más grande que nosotros mismos, le da un sentido a nuestra vida más allá de la insalubridad de la rutina, elevándonos hacia empresas más preponderantes. De este modo nos hacen creer (Nosotros pensamos) que somos parte de un algo que salvará el mundo, que dejará una Tierra virginal a nuestra descendencia (Bueno, extraño esto cuando te piden no tener hijos. ¿Para qué descendencia con exactitud?, aquí no lo han pensado mucho) donde podrán disfrutar de un planeta puro, verde y de aire prístino. ¿Puede existir algo mejor? Es decir, si a ti o a mí, ciudadanos sin nombre; sombras en una sociedad que nos devora, nos ofrecen salvar el mundo con un gesto tan banal como pagar por una bolsa en el supermercado, separar la basura o concienciarnos mucho apagando la luz una hora al año ‘por el planeta’, ¿no sería un trato maravilloso? Claro que, en este trato también entra la credulidad de uno y la capacidad de juzgar un timo que tenga cada persona. Y precisamente ahí radica la fuerza de todo este culto del nuevo milenio: que la gente no piense demasiado, ya se encargarán otros de hacer eso. Nos bombardean con información apocalíptica cada dos segundos, de este modo no tendrás tiempo a detenerte y analizar con tranquilidad todo lo que te están contando, por lo tanto, con el pasar del tiempo y tras esa sobredosis de información sesgada, acabarás o bien odiando todo el tema, o alienado y radicalizado hasta un punto enfermizo.

¿Os suena esta forma de actuar?, creo que sí, pues a fin de cuentas llevan aquí desde que el hombre es hombre: religión.

Porque las religiones se cimentan sobre dogmas inalterables, no puedes atreverte a mover ninguno de sus pilares porque si lo haces, tal vez empieces a preguntarte cosas, y si te preguntas cosas, estás a un paso de despertar de ese sueño en el que te obligan a permanecer hasta que mueras deshidratado en mitad del bosque (Si habéis visto The Boys, sabéis de que hablo). Y así funciona el ecolojetismo, apoyado en dogmas inamovibles y silenciando voces discordantes porque ‘no ayudan a la Fe’. Si no ayudan a que la Fe prospere, son el enemigo, y al enemigo ni agua. O eso decían. Radicales de lo verde que no dudarán en ir a la yugular de su hermano por defender un dogma en el cual la base científica cada vez encuentra más voces discordantes, porque es lo que tiene mantener un discurso apocalíptico inalterado desde hace más de cuatro décadas, que no acaba por no poder sostener lo que promulga. Si tus predicciones han fallado más que una escopeta de feria a cinco años vista, entiende que la incredulidad tome el mando cuando intentas predecir algo a dos siglos vista. Bien es cierto que ahora se curan en salud, y predicen de siglo en siglo, antes lo hacían a diez años. Incluso menos. De esta nueva forma intenta refutar con datos la pantomima, les deja el argumento de ‘verás en cien años’ y a otra cosa.

Poco les importa que para extraer el litio necesario para las baterías del vehículo eléctrico que nos intentan imponer, contamines agua, aire y suelo en kilómetros a la redonda, reduciendo poblaciones a la inexistencia. Poco importa que tengas que desviar recursos hídricos dejando a pueblos enteros sin agua, muriendo de inanición. Poco importa todo eso, porque las minas están en el tercer mundo, y que muera un pobre más o un pobre menos, no es algo que les quite el sueño mientras puedan conducir su Tesla último modelo. Porque lo hacen por el planeta, ¿entiendes? El planeta les obliga a destrozar aldeas y pueblos, a matar de hambre y sed, a contaminar por generaciones tierras de las que vivían cientos de familias. No les importa porque su Fe es más importante que una vida de alguien nacido en un país sin futuro, su Fe es lo que les une con algo más importante y da sentido a unas vidas vacías y olvidables. Sin su Fe, sin sus dogmas, no forman parte de nada más allá de su control. Sin esa Fe, su vida carece del menor sentido, y entonces, ¿qué les queda? La nada. Ser devorados por la nada.

Es su religión, una cuestión de Fe, y las religiones fanatizadas nunca acaban bien.

Imagen cortesía de Pexels.

Deja un comentario