Pegatinas de clase

Imagen de la Asociación Vehículos Afectados por Restricciones Medioambientales

No puedes pasar con tu coche de pobre a un centro repleto de partículas limpias y gente de bien con sus juguetes eléctricos subvencionados, pero lo que sí puedes hacer es pagar con tus impuestos los juguetes de esa élite enclaustrada en sus muros de cemento y aplaudir como un borrego cada nueva medida que nace para limitar que tu pobreza moleste a unos niños pijos dispuestos a todo por defenderse. Porque se defienden, se defienden de tu matraca de 20 años que hace ruido mientras se toman su chai latte y leen a Zizek en una terraza con su boina francesa del revés. Porque el millonario que regenta su triplex en el centro, el pijo de nuevo cuño o el rico de cuna, el clasista de Optalidón merece su paz mental. Una paz mental que el pobre le perturba.

Porque es la tendencia. 

Que existan vehículos cutres, incapaces de aspirar a la pegatina DGT, que llenan de humos las figuradas cúpulas de aquellos destinados a gobernarnos, es un signo inequívoco de que en muchos de los casos, hay pobres viviendo en el centro de las grandes ciudades. Pobres que molestan con su presencia, con sus hábitos de clase baja, pobres que esa élite requiere para que les voten y paguen sus lujos, pero que es preferible tenerlos lo más lejos posible. Esos pobres dan mala imagen, y esa zona específica de una ciudad tiene que ser para ellos. ¿Cómo no serlo?, a fin de cuentas son los enviados de Dios para hacernos ver al resto, que aspiramos a poco más que un trabajo miserable y anhelar lo que jamás podremos tener.

Todo se resume a la división de clases sociales, y una de ellas defendiendo lo que consideran su territorio mediante medidas subyugadoras. Expulsan deliberadamente mientras blindan sus privilegios, desplazando a las rentas que no consideran aceptables, hacia puntos distantes de la geografía urbana. Por supuesto que, llegados a este punto, habrán perdido el sentido común, porque al fin y al cabo si desplazas la mano de obra, ¿quién hará esos trabajos que ellos consideran indignos de su clase?, el derrumbe social puede ser catastrófico, privando aún de más libertad económica a una parte de la ciudadanía que volverá a cargar con la mayor parte de la crisis que vivimos, a la vez que asiste impávida a la aniquilación de su libertad.

Porque sí, las ciudades son un sinónimo de libertad individual, aunque llevamos tiempo escuchando lo contrario. Las ciudades igualan el acceso a las comodidades cotidianas, permiten que las rentas más bajas puedan disponer de todo lo que las rentas más altas suelen considerar su privilegio, se granjean ciertos estímulos humanos y permite que la sed de ascender y la ambición, eleven las categorías sociales de un modo más realista.

Eso parece ser que molesta.

¿Por qué se formaron las ciudades?, la ciudad ofrece mayores oportunidades laborales y otorga un nivel de comodidad mucho mayor que el mundo rural, por ende el ser humano ha virado la tendencia históricamente hacia esos cúmulos cívicos. Nadie ha dirigido ese tráfico de personas, se ha ido formando de manera natural. Y la masificación del vehículo privado ha acelerado ese proceso, otorgando en muchos puntos, una igualdad de oportunidades que no se ha visto jamás. Independencia y libertad de movimiento. Un sueño inaccesible hace apenas un siglo, hoy es nuestro pan de cada día. Independientemente de la clase social. ¿Se desea limpiar el centro de las ciudades?, eliminemos el vehículo en todas sus formas. Residentes y no residentes; para comerciantes y no asalariados del ente privado (Ya me entendéis). Quizás entonces la tendencia de bramar por su eliminación, sufra un cambio nada descabellado.

Pero muchos lo que ansían es crear sus residenciales de lujo, peatonalizados, limpios de gente indeseada. Vivir con las comodidades de la urbe, con todo a tu alcance sin nadie que moleste demasiado, pero con la sensación de estar en uno de esos coquetos pueblos españoles que se han desarraigado ya de nuestras almas. Claro, ellos serán los únicos que tendrán libertad para mover su vehículo privado, aparcar sin inconvenientes y sin una masificación que estorba a su modo de vida. Podría llegar a comprender el deseo de eliminar el vehículo contaminante si existiese un plan elaborado a ciertos años vista, pero es una utopía a 30 de marzo de 2022. Una utopía cuando las alternativas son de un coste exagerado y piden una subvención constante que la clase media está costeando, sin poder acceder, para que los pijos de turno presuman con su Tesla en el club de campo ante sus amigotes.

¿Que resultará de esto?, si restringes la movilidad en las grandes ciudades, las clases medias y bajas acabarán por irse de ellas. A medio plazo veremos caídas de las rentas, cierres de comercios y negocios y páramos muy bonitos y peatonalizados, con sus burbujas habitacionales aisladas de un mundo que ansiaron dirigir. Porque nos venden un mundo lleno de palabras bonitas, donde la realidad se aleja mucho de esa civilización de arcoiris que se pinta a base de ideologías de mercadillo, y que en el fondo esconde algo mucho más turbio de lo que la mayor parte de la gente desea imaginar. Porque buscan la rentabilidad de unos negocios bien abastecidos, con una entrada limitada de turistas (que molestan) y de sus congéneres de nacionalidad por cuotas de peaje. Entren de manera ordenada y autorizada, siempre en transporte público dispuestos a gastar y a trabajar, pero una vez acabada esa visita diaria (o semanal), carretera y de vuelta a tus suburbios mal abastecidos.

¿Dónde va el futuro?, quizás a coches eléctricos autónomos compartidos que estarán circulando de manera permanente en espera de un nuevo cliente y perfeccionando rutas según las demandas que vayan surgiendo por parte de los usuarios. Pero para poder ver esa imagen nos quedan lustros, mientras tanto deberíamos promocionar la vía no contaminante, pero dando los pasos adecuados y recorriendo el camino desde el kilómetro 1.

Y nos encontramos en mitad del desierto lanzando lejos nuestra última botella de agua, pensando que somos los más listos del lugar.

2 comentarios

  1. No podemos acceder a un eléctrico y nos limitan el acceso a otro tipo de coches. Iremos en triciclo

  2. Pingback:Coche nuevo, coche viejo, comida en el estómago – Puertas de Tannhäuser

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