
Tenemos los ojos puestos en Ucrania y no es para menos, es una guerra en territorio europeo y nos toca más cerca de lo que podríamos pensar, además de toda la problemática que está generando a nivel local e internacional. Es comprensible la atención que genera y que los europeos no pensemos en otra cosa. Pero, ¿es la única preocupación bélica que debemos tener? Tal vez no. Y es que la fanfarria ucraniana creada por la invasión rusa, ha hecho desviar nuestra atención del teatro del pacífico, en concreto de China y Taiwán y el comienzo de un posible conflicto ante la escalada que se percibe dentro del país dirigido por Xi Jinping, y los temores de Taipéi.
Durante estos últimos días he ido leyendo aquí y allá opiniones, artículos y alguna que otra disertación sobre el tema y lo que tienen en común la mayor parte de ellas es que, debido al atrevimiento ruso, ya no se descarta en absoluto el tomar como racional la postura invasiva de Pekín, llegado el caso. ¿Por qué?, porque ahora es el momento. Visto lo visto en Hong Kong, donde la juventud cada vez es más antichina, desde el gobierno de Jinping ven con resquemor como la idea de una reunificación con Taiwán se aleja debido a esa corriente entre la juventud que sigue los pasos de la hongkonesa. Por lo tanto. la vía militar empieza a contemplarse como la única opción plausible para China, que tiene el ejemplo ruso de que si vas a hacer algo no les copies a ellos y hazlo bien. Ve a por la invasión sin dejar nada al azar, sin promover deserciones, sin instigar independentismos de baratillo durante años y dividir por zonas: ataca y conquista.
¿Es el momento? No tendrá otro mejor. Estados Unidos tiene a los mandos del país al gabinete más débil y de menor popularidad, que se recuerda en los últimos 40 años. Mientras la Unión Europea está sumida en una profunda crisis para la que no encuentra salida, amén de tener una guerra a las puertas de su casa. Pocos momentos en la historia reciente más propicios para el régimen chino de usar la fuerza, que éste, donde en el pacífico la oposición sin el soporte de Estados Unidos, será prácticamente nula. Y me temo que, por descarte, la de la OTAN. A fin de cuentas, asistimos a una acumulación de material bélico en la zona considerable (además de material nuclear), los confinamientos y supresión de protestas mediante la infraestructura covid como ingeniería social de cara a sofocar las revueltas que pueda causar una guerra, y sus consecuencias. Amén de estar reduciendo las conexiones con occidente de la cúpula del partido e imponiendo restricciones para viajar
Es posible que China no tome ese camino, por supuesto, sobre todo por las implicaciones económicas que conllevaría para un país que tiene sus cimientos temblando en estos instantes y su futuro a corto-medio plazo no pinta demasiado florido. La idea de provocar una guerra en la que pusieses a tus dos mejores clientes en tu contra: Estados Unidos y la Unión Europea, podría tomarse como una auténtica locura. Aunque esta arma puede ser de doble filo, pues otorga a Xi Jinping la justificación necesaria para reavivar el orgullo nacional, retomando un camino que habían abandonado hace tiempo. Y es justo ese camino sin oposición que se ha labrado el líder chino, donde domina el partido con puño de hierro y el país es suyo, el que podría conducirnos a una escalada que desemboque en dicho conflicto: sentirse intocable.
¿Lo es?, podríamos pensar que eso mismo creía Putin. Huelga decir que en el concierto internacional consideran a Jinping un tipo bastante inteligente, pero quizás el orgullo y estima exacerbada que tiene uno de sí mismo, sea lo que nos conduce a cometer ciertos errores. Así que no apartaría los ojos de Taiwan, porque las nubes empiezan a cernirse sobre el pequeño estado independiente.
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