Naturaleza pesimista

El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado.

Jean-Jacques Rousseau.

Hobbes nos advertía que el hombre es malvado por naturaleza, que no es un ser pacífico y ejerce de lobo para el propio hombre. Básicamente, nos decía que nos unimos en sociedad por el mero hecho de poder sobrevivir. Por otro lado, Rousseau argumentó que el hombre es bueno per se, que se corrompe debido a una sociedad capitalista y competitiva, en la que el individuo luchará con uñas y dientes por mantener sus privilegios y posesiones. Una sociedad en la que enseñamos a las nuevas generaciones a competir para obtener lo máximo que puedan, sin más objetivo que acumular riquezas o alcanzar la idea de que alguna vez las tendrán.

¿Quién tenía razón?, los dos y ninguno. La razón es una idea equidistante que nos predispone a intentar imponer un argumento que consideramos válido sobre el contrario, sin detenernos a analizar que tal vez los dos puntos de vista sean acertados, alejándonos de esa línea de pensamiento tóxica que falla siempre. Nos anclamos en que el hombre es malo por naturaleza para intentar librarnos de la responsabilidad individual, amparándose en dicha excusa para actuar de manera egoísta.

Escribo generalmente pensando que somos una sociedad rota, impropia de sus aspiraciones. Escribo con el pesimismo por bandera, porque mire donde mire a mi alrededor, no encuentro nada positivo a lo que agarrarme cuando me zarandea la realidad. El pesimismo aflora en cada situación de nuestra sociedad, no importa donde vayas ni con quien hables, los medios que leas ni los programas que veas, todo es negatividad. Nos cubre una ola grisácea que no disipamos desde hace años, hemos entrado en una espiral de tristeza, desesperación, resentimiento y depresión, que nos puede condenar como sociedad. No hallamos el camino hacia ninguna parte, hemos perdido la brújula y no podemos desentrañar un solo motivo para el optimismo en este mundo miserable y perdido de la mano de Dios. Quizás porque nos encontramos en mitad de un salto generacional, en tierra de nadie, buscando nuestro destino en un limbo espacio temporal.

Pero, ¿es todo tan malo?, ¿somos una especie básica, desinteresada en sí misma, brutal y absurda? La mayor parte del tiempo pienso que sí, cada vez que me relaciono con las personas, que las escucho hablar, que oigo conversaciones en la calle, me siento una persona ajena a todo lo que me rodea. Incapaz de conectar con sus deseos, con sus anhelos, un pez en el desierto. Me siento una estrella moribunda en un sistema viejo que se apaga. Así que, ¿somos una especie condenada? Definitivamente, no. No lo somos. Mi sentir, mi padecer, es solo fruto de lo que me ha tocado vivir, de sentirme día a día que he nacido en el tiempo equivocado, en el momento equivocado… no es más que fruto del pesimismo constante del que sufro desde que tengo uso de razón. Es mi problema, pero creo que esa forma de verlo todo no me impide ver más allá del bosque que opaca mi horizonte.

Apenas hemos abierto los ojos.

El ser humano es un adolescente rebelde, pero nuestro afán de controlarlo todo no nos permite ver que esa adolescencia en términos evolutivos, no dura 5 años. Hablamos de siglos. Apenas hemos entrado en esa edad del pavo y nos queda mucho tiempo para transitar por esos años difíciles sin un progenitor que nos guíe por el camino. Así hemos ido desde que nacimos, solos por el camino del crecimiento y la evolución, lo mejor que hemos podido hacerlo, que tal vez no sea poca cosa. Y no creo que nos fuese tan mal, aquí seguimos y pese a intentarlo en infinidad de ocasiones, no nos hemos autodestruido. Somos una especie rebelde, una especie inconformista, pero como todo adolescente, somos pagados de nosotros mismos y egoístas, nos creemos el ombligo del universo y que todo lo que existe y nos rodea está ahí para complacernos. Somos caprichosos y emocionales. No pensamos antes de actuar, aunque damos señales de hacerlo de vez en cuando. Pero como ente, como grupo, permitimos en multitud de ocasiones que la rabia nos domine cada vez que movemos ficha.

No somos una especie desprovista de esperanza. Somos la especie que a pesar de su infantilismo evolutivo, ha conquistado las metas que se ha ido proponiendo con el devenir de los años, exploradores que no son capaces de detenerse más allá, y siempre ansían conocer lo que está por venir. Somos una especie capaz de lo mejor, de lo peor también sí, pero indudablemente de lo mejor. Una especie que puede crear una vacuna en tiempo récord para un virus que mantuvo en jaque al mundo durante meses. Una especie que conquistó la Luna con una tecnología menor que con la que estás leyendo esto ahora en tu mano. Somos personas con capacidades más allá de lo que podemos imaginar, en muchas ocasiones permitimos que la bondad nos gobierne y realizamos gestos que se considerarían pura ficción hace apenas unos años. Intentamos con ahínco ser mejores, aunque fallemos estrepitosamente, pero no cesamos en ese empeño de intentar superar la barrera invisible que nos impide cruzar la acera.

Somos una especie joven, una especie desprovista aún del buen juicio que otorgan los años y la experiencia, pero una especie en la que se puede tener fe. Una especie capaz y ambiciosa, sin una meta marcada que navega aún por océanos de confusión. Somos el reflejo de nuestros sueños por cumplir, a duras penas un soplo en la historia de un universo en expansión, con una edad que escapa al concepto que tenemos de tiempo. Nos hemos ido transformando, abandonando poco a poco la barbarie que nos caracterizó durante siglos, moldeando con un poquito más de cordura en cada ocasión. La esperanza construye el futuro sobre el que moldeamos nuestros sueños y los de nuestros hijos, la esperanza en un futuro mejor no es una utopía, es una realidad que se construye con los fallos en los que nos hundimos hoy, porque de los fallos siempre aprendemos algo. Quizás la perspectiva limitada que tenemos, no nos permita observar la luz que se cuela entre las ramas mientras trepamos los frondosos árboles del bosque, pero los que están por llegar conseguirán hacer cima y por fin serán capaces de ver la luz que a nosotros nos ha sido negada.

El ser humano es una especie maravillosa capaz de alcanzar las metas más brillantes, apostar contra su ingenio, es una pérdida segura.

2 comentarios

  1. Me gusta ese positivismo, al menos no todo son malas noticias. Y sin duda el ser humano es una criatura increíble. Tienes toda la razón

  2. Una verdad como un templo eso de que somos una especie joven. Damos los primeros pasos en nuestro crecimiento que aún le queda muuuuuucho para hacer algo grande

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