Mesianismo

Estamos necesitados, perdidos y desamparados. Buscamos señales en cada acto que nos rodea, cada explosión de instantes que subyace del comportamiento de personas que tienen una relación inexistente con nosotros. Buscamos con ahínco nuestro lugar en el mundo, o eso decimos, porque parece ser que somos incapaces de hacer algo por nosotros mismos. Poco importa quien sea o el momento que disponga, la desesperación por el abandono que sufrimos conduce a que la masa necesite con desesperación la llegada de un Mesías que guíe sus vidas insignificantes hacia un nuevo mundo, donde todo lo malo se disipe entre campos floridos y música de arma tocada por preciosas ninfas etéreas.

Ansiamos la llegada de ese ser de luz que nos lleve al mundo del mañana de la mano. Poco importa de donde venga y hacia donde vaya, siempre que sus hermosas palabras nos dibujen una realidad distinta a la que tenemos que vivir. Que nos diga que la culpa de lo que sucede a nuestro alrededor nunca es nuestra. Que nos permita implorar a la pachamama todo lo que nosotros pensamos que es justo. Necesitamos la llegada de una voz que nos dicte la palabra divina desde los altares de su mejor categoría como humano, porque demonios, si está más arriba que nosotros tiene que ser mejor en todos los aspectos. Y da igual si es de un lado o de otro, porque cada ideología tiene sus proyectos de Mesías, esos dioses inapetentes de moralidad indomable que nos llevarán siempre hacia lo mejor que puede dar nuestra especie.

Y esa búsqueda no tiene fin.

Vemos Mesías en cada rincón, ahora parece ser un fabricante de coches que ha hecho fortuna mediante contratos públicos, de dudosa reputación, pero que tiene un halo de propaganda positiva en cierto sector de la población bastante considerable. Un hombre que parece puro de corazón, al menos es la idea que se ha ido creando a su alrededor desde hace años. Un hombre con el único objetivo de ayudar a la humanidad a poder avanzar, pero si avanza usando sus productos oye, pues mejor. Y de aquel pasado extraño recuerdo a Steve Jobs, que se intentó dibujar a sí mismo como algo similar a esto, pero por avatares de la vida misma el pobre hombre no pudo llegar más lejos. El cáncer segó su vida, desgraciadamente. Pero no estamos ante seres iluminados a los que ha tocado Dios con su dedo omnipresente, no. Estamos ante construcciones sociales y máquinas de propaganda perfectamente engrasadas, que funcionan como un reloj. No tienen demasiados fallos y los pocos que puedan tener, no compiten con la idea que se ha creado de ellos y se proyecta hacia el mundo.

No estamos ante nada nuevo. No hay palabra de Dios. No hay evangelios ni libros sagrados. Hay un empresario que busca la máxima productividad en sus empresas (Normal) y es listo, astuto y sabe aprovechar la coyuntura social en la que nos movemos para sacar un beneficio mayor del que se podría presuponer. Hay que tener cuidado con entregar nuestras vidas a cualquier héroe de cartón corrugado que se presente ante nosotros rodeado de fanfarria. Hay que tener cuidado, porque no entregaremos nuestras vidas, entregaremos la libertad y la vida de generaciones futuras. Del mismo modo, tampoco veo el absolutismo en las decisiones tomadas ayer, en las que un empresario de éxito ha comprado una empresa, pero se nos intenta presentar desde un lado como la mayor catástrofe que podríamos vivir (Olvidamos que uno de los mayores accionistas de esa empresa era el régimen descuartiza-periodistas saudí y un par de grandes fondos de inversión. Esos malvados entes incorpóreos que hundieron el mundo hace más de 10 años, ¿no os acordáis?, yo si). Del otro lado un sector nos intenta convencer que la llegada de Musk es lo mejor que ha pasado desde que el Madrid ganó la decimotercera.

Ni una cosa, ni la otra. Los falsos ídolos son fáciles de derribar, y la humanidad no necesita salvadores con capa y rizos dorados, que nos lleven hacia Felizonia.

2 comentarios

  1. Te cuento que ya me causo la curiosdad de ir a por el articulo tuyo sobre musk y a buscar sobre el susodicho inversionista.

Deja un comentario