Mad Max Madrid

Dos madrileños peleando por una botella de agua ante la mirada atónita de tres viandantes en plena Gran Vía

No sabía muy bien como empezar esto, así que tan solo diré que a veces cuando leo a algunos políticos o personalidades de la farándula (me niego a llamarlas de la cultura, porque me ofende en el alma) podría pensar que Madrid es lo menos que una película de Mad Max, pero llevada al extremo. Entiéndase una ciudad en la que el sol abrasa a los viandantes a cada paso que dan, mientras la carencia de agua empieza a destrozar el futuro de generaciones enteras, sumiendo la capital del país en un sistema postapocalíptico, donde la supervivencia del más fuerte la define quien dice la gilipollez más grande en una red social. Y digo esto a colación del pobre hombre que falleció de un golpe de calor en la ciudad mientras trabajaba, donde hemos tenido a un sector del espectro político local salir en tromba a achacar el suceso al cambio climático. Me imagino a las nubes confabulando a escondidas y pensando como podían cargarse al pobre hombre, y al final decidiendo que de un susto igual era la mejor idea. Porque un sartenazo era demasiado evidente, ¿verdad? Y sé que vais a pensar que soy imbécil por tomarme a coña el asunto, pero es que ni mucho menos me lo tomo a coña, como si ha pasado con otra gente de mayor grado de responsabilidad. Me parece un problema demasiado grave, como para que la vicepresidenta primera del gobierno, además de ministra de trabajo, salga a tuitear respecto a dicho suceso indicando que ha sido víctima del cambio climático y no sé cuántas tonterías más. Es decir, una auténtica negligencia laboral que debería de llevarse por delante a mucha gente, la conviertes en una frivolidad para sostener tu agenda de mierda y dar pábulo a tus divagaciones. Y no contentos, el cabecilla (Porque sus declaraciones son de auténtico criminal a sueldo, me niego a llamarle de otro modo) de la protección civil madrileña salió ipso facto a refrendar esta idea, lavándose rápidamente las manos e intentando desviar la atención de un asunto indignante y apremiante.

La explotación laboral y la nula empatía por el trabajador que existe en este nuestro querido país, Porque lo queremos todo, pero que lo haga otro que yo me mancho las manos, y soy demasiado digno como para que suceda eso.

Porque quizás el tener a un hombre limpiando la calle a las cinco de la tarde en plena ola de calor, no sea la mejor idea, y tengamos que hablar con los responsables de permitirlo. Y menos un señor de 60 años, al que el sol le estaría dando de lleno y el cual ha perdido su vida por el mirar hacia otro lado de ayuntamiento, empresa responsable, recursos humanos, riesgos laborales, ministerio y podemos seguir subiendo y la cadena no se detiene. Pero no nos preocupemos, porque la ministra consecuente ha salido como Usain Bolt a intentar delegar la responsabilidad en cuentos de viejas y supercherías, lavando rápidamente sus manos de niña pija que no ha trabajado al sol en su condenada vida.

Ha tenido que fallecer un hombre en su puesto de trabajo, para que por fin algunas personas empiecen a darse cuenta de que hay cosas que si se pueden evitar. Una familia ha tenido que perder a un ser querido, para que algunos niños de teta pegada a la boca vean lo que es la vida, y que igual el tener tu acera limpia puede esperar unas horas más. Porque, oye, mola mucho tomarse una caña en la plaza mayor a plena tarde y verla impoluta, pero el camarero que tiene que currar con la mascarilla a pleno sol, o el barrendero que tiene que dejar dicha calle impoluta, quizás merece cierta consideración.

Al menos, más allá de un tuit achacando sus problemas al cambio climático, máxime cuando eres la ministra de un ministerio del que depende todo eso.

Pero igual todo esto son solo elucubraciones mías y soy un gilipollas inconsecuente.

Feliz domingo y cuidado por la calle a los madrileños, no vayan a mataros por un litro de gasolina.

Cualquier día, ¿verdad?

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