Los nuevos años 70

Nos hartamos de leer que todo tiempo pasado fue mejor, pero en ocasiones nos olvidamos de que todo tiempo pasado, fue similar. Y digo esto porque vivimos años convulsos. Años donde la esperanza ha dejado lugar a la desesperación y la oscuridad. Pero años que para muchas personas no se hacen desconocidos, porque estoy seguro de que se aproximan un poco a lo que vivieron allá por los viejos y lejanos años 70. A mi no me tocó vivir aquellos tiempos, nací muchísimo después y me crié en el fin del felipismo y el nacimiento del aznarismo de compadreo con los nacionalistas de Pujol. Qué tiempos, ¿verdad? Ahí los nacionalismos sí eran buenos. Robaban a manos llenas y el Clan Pujol ya había asentado las bases de su criminalidad, amén de dejar muchas de las perlas xenófobas que se le recuerdan hoy en día contra sus conciudadanos andaluces y extremeños. Pero ejercían de palanca del poder, por lo que no eran del todo malos para ciertos energúmenos. Pero bueno, me voy por las ramas. Eso, otro día.

La década del Watergate, de la crisis energética, del desempleo, de la inflación, de los problemas de producción y en las cadenas de distribución, el temor a que no hubiese salida al caos que asolaba a un occidente superado; a unas zonas en conflicto desamparadas. La proximidad de la destrucción total, siempre patente en la eterna guerra fría que mantenían un bloque que se tambaleaba y otro que estaba muerto pero aun no lo sabía. El cambio de orden, hacia un mundo más reposado, que renacería de sus cenizas. Un mundo bastante mejor. Y toda esta palabrería quizás os suene porque hoy vivimos tiempos donde afloran conflictos similares, un cambio de orden que amenaza con dejar desamparados a millones de seres humanos, abandonados a su suerte en el desierto de la existencia sin destino. El nacimiento de un nuevo paradigma nos deja entre la espada y la pared, pero como por aquel entonces, el mundo florecerá mejor. No digo más justo, porque la justicia y lo que conlleva en sí misma ese vocablo, aún hoy no estamos demasiado seguros de lo que es.

La crisis energética no durará décadas, lo más normal es que a medida que transcurra el año vaya disminuyendo su impacto y los precios en 2023-2024 se irán normalizando. El mundo se reordenará, el sistema se limpiará de lo que sobra (sin malentendidos, hablo de problemas endémicos de la economía) y la realidad empezará a dibujarse mucho más amable. Quizás hasta los de mi generación tengamos un poco de eso que aún no hemos disfrutado: la esperanza. Poder sentar unas bases sólidas sobre las que construir nuestra vida con calma y abrir camino al futuro del mundo.

No hay mal que mil años dure, aunque éste se está haciendo eterno. Estos nuevos años 70 duran demasiado.

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