La amenaza fantasma

Hace mucho tiempo en un continente muy, muy lejano.

La Unión Europea está sumida en el caos. Hay protestas contra las políticas climáticas y energéticas en los estados miembros. Esperando resolver el problema con un bloqueo de la movilidad, las avariciosas autoridades europeas han detenido el uso del vehículo privado y han confinado a la ciudadanía en sus casas en un intento desesperado de calmar las aguas. Mientras el parlamento europeo debate sin fin esta alarmante cadena de acontecimientos, la presidenta de la Comisión Europea ha decidido tomarse un merecido descanso en una de las dachas del Mar Negro cedidas por el gobierno ruso, por los servicios prestados a la patria.

Iba a mencionar a los caballeros jedi enviados por el canciller Valorum para luchar contra el bloqueo de la Federación de Comercio, pero en España tenemos una versión cutronga de la mano del presidente Pedro Sánchez y la ministra Teresa Ribera, así que mejor eso lo dejamos para otro momento menos problemático y que requiera la intervención de dos jetas de campeonato. Creo que ahí, estarán a la altura esperada. Y es que nos encontramos en pleno verano con la mareante amenaza del corte de gas ruso sobrevolando nuestras cabezas día sí y día también, no en vano ayer Gazprom anunció que ‘no sabe si podrá reabrir el gasoducto Nord Stream I debido a ciertas fallas de seguridad’, tras la parada técnica de 10 días iniciada el lunes. No diremos que nos sorprende, ¿verdad?, a estas alturas lo único que de verdad podría ser una sorpresa es que todo saliese al revés de lo que pensamos, cosa que no está sucediendo. Y hay nervios en el núcleo luterano europeo. Nervios malos. No de esos nervios que te hacen vibrar el estómago y sentir una emoción exacerbada porque algo bueno está cerca de pasar. No. Nervios de esos chungos, de sudor frío y tembleque de piernas; nervios de los que te dan retorcijones y te hacen cagarte encima, de esos de ponerte los huevos de corbata (y si no tienes huevos, también te los pone). Nervios porque se ven afrontando el invierno mientras abrazan con cariño y devoción la oscuridad y al frío. Pero siempre podrán trabajar más duro, que eso calienta y vigoriza el cuerpo. ¿No es lo que nos decían a nosotros hace unos años? Que, si teníamos problemas, trabajásemos más para solucionarlos. Yo les permitiría disfrutar de sus consejos en carne propia.

Por supuesto, no será así. Porque en este caso si sufre Alemania, entonces ya podemos sufrir en conjunto. Entonces ahí si se mutualiza el sufrimiento y podremos disfrutar del bono europeo por gracia y obra berlinesa. Así que tranquilos, la Comisión Europea ultima un plan de contingencia para la ocasión que nos traerá restricciones a la movilidad, quizás confinamientos quirúrgicos, paradas técnicas de la industria pesada, teletrabajo y oye, mascarillas. ¿Por qué no? Y si eso, una vacuna aquí y otra allá, porque ya que estamos en una emergencia energética podemos aprovechar y que nuestros queridos líderes se insuflen un poco de oxígeno a sus maltrechas cuentas bancarias con unas comisioncillas que no les hagan perder su estilo de vida. ¿No os da pena? Lo sé.

En España… Bueno. En España tenemos al gobierno repitiendo por activa y por pasiva que no tendremos ningún tipo de problema de suministro por la escasa dependencia de nuestro país del gas ruso (hace una semana les hemos convertido en nuestro segundo proveedor, pero relax colega), ya que le compramos a Estados Unidos a un 30% de precio por encima de otros mercados, más o menos. Somos unos linces. A priori. Porque España hasta donde tiene entendido este inefable servidor, está acumulando gas por encima de lo solicitado por la UE, pues pedían un 80% del total de las reservas para octubre-noviembre y España en julio tiene el 71% cubierto. Y quizás aquí entre en juego la carta geopolítica, donde el ejecutivo ya tiene una baza ganadora y de ahí la tranquilidad que emana en su desgobierno, a pesar de la situación que vivimos. Una baza por la cual España será el punto de entrada de gas para repartir entre nuestros queridos socios europeos, llegado el punto de un corte total ruso. Por supuesto como nación no penséis que sacaremos algún tipo de ventaja de esto, llegado el caso. La cadena de beneficio empieza y acaba en Moncloa, porque esto no es un toma y daca político por el bien de la nación, aquí entra el mero interés personal por el cual el país importa un pepino andaluz. Permito que fluya el gas por España y a mí me das un puesto mañana, porque no voy a estar en Moncloa el próximo año. Políticos con altura de miras, ¿verdad? Al menos antes eran corruptos, pero dejaban cierto beneficio al país. Ahora son corruptos y punto.

De todos modos, el fantasma de las restricciones en otoño-invierno también sobrevuela en España, donde nos animan a ‘bajar la temperatura de la calefacción o subir la del aire acondicionado’, usar poquito el coche, amén de fomentar el teletrabajo y otro tipo de medidas de supuesto impulso que, me temo, solo impulsarán los bolsillos de algunos de sus amigos colocados estratégicamente en ciertas eléctricas. Hay que asegurar el pan una vez se acabe el chollo gubernamental y los sillones bien calentitos para el invierno político. Por el momento, ya se plantean reabrir la mayor térmica del país, As Pontes. Difícil, eso sí, reabrir las 16 que ya hemos cerrado desde 2011, 9 desde la primavera-verano de 2020. Pero aún habrá que aguantar el camelo de que esto ‘no se veía venir’, cuando un humilde servidor lleva leyendo sobre la crisis energética que se avecinaba desde hace más de 14 años, debido a las políticas climáticas y energéticas que han decidido llevar a cabo. Imagino que a nuestros políticos les falló el Excel en su momento, aunque estaría bien conocer la realidad sobre sus ingresos monetarios durante todo este tiempo y quien ha estado detrás de estas políticas suicidas que nos han traído hacia un punto de caos como este.

Mientras tanto, con la inflación devorando el poco dinero que tenemos y nuestro presente, hay que soportar al acólito de turno decir que todo esto es por Rusia, tragándote los sapos pertinentes porque lo que te apetece es soltarle un guantazo a mano abierta que le deje la cara igual de roja que tu cuenta bancaria. Pero te frenas, lo haces porque debes mantener una compostura que ellos no han tenido para volar todo el sistema, sin ningún reparo ni peso de conciencia; lo haces hasta que dejas de hacerlo.

¿Pensáis que no traerá violencia esta situación?, dejadme deciros entonces que pensáis mal. Hablamos de un derribo sostenido de un sistema de vida de más de 500 millones de personas, con la pobreza que conlleva, el hambre, el frío y la violación sistemática de derechos por parte de una casta política incapaz, que no ha hecho más que restregar a esa misma gente a la que se lo está quitando todo, su modo de vida obsceno. Por supuesto que habrá violencia, ¡ya la hay!, la hay en Italia o Países Bajos, la hay porque la gente está cansada. Y a medida que la ciudadanía pierda más, tendrá más por lo que luchar y menos temor a morir, y si no hay temor a morir en una sociedad sin hijos y que ve como lo que peligra es su presente y no su futuro, quizás les acabe faltando tierra para correr.

Creo que el punto de no retorno hace tiempo que lo pasamos, y ahora lo único que nos queda es aliviar el golpe y poner unas bases más sólidas para volver a salir a la luz antes de que nos acaben de enterrar en este pozo de servidumbre.

¿Por qué todo esto?, por nada. Tan solo por una amenaza fantasma.

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