Infraestructura COVID para la represión social

El pasaporte covid es una medida estrictamente sanitaria y su implantación temporal. El uso quedará reducido únicamente a la protección de la población, mientras los que no se han vacunado lo van haciendo poco a poco. ¿Qué tiempos verdad? Aquellos cuentos que asomaron por la puerta antes de irnos a dormir, en los cuales los políticos te vendieron una idea que a ti te pareció genial: un salvoconducto para tomar un café. Te pareció tan buena idea, que incluso formaste parte del abuso. Otros simplemente lo compraron porque no estaban ni vacunados, pero querían formar parte de la ola, mientras algunos nos quedamos observando atónitos hacia donde se dirigía el mundo a marchas forzadas. Un carnet de buen ciudadano, que la gente sacaría sin rechistar, formando parte de una rueda de abuso de poder que no sabemos aún donde se va a frenar. Porque no se ha detenido, ni parece querer hacerlo de manera voluntaria.

Muchas personas en multitud de países pensaron que la medida temporal no iría más allá, porque ¿cómo iba a limitar tus derechos civiles el mismo gobierno que te encerró en casa contra tu voluntad? Es de negacionistas pensar así, y en el negacionismo nos hemos abstraído hasta que se ha ido convirtiendo en una tangibilidad terrorífica. Pensar que hay vuelta atrás es un absurdo tan grande como pensar en detener un virus con un pasaporte sanitario. Pero la idea de fondo nunca fue detener un virus: fue acrecentar el control social con una justificación que la sociedad pudiese abrazar sin sentirse traicionada y pisoteada. Por supuesto algunos continuarán pensando que la ingeniería social a la que nos han sometido estos dos años ha tenido exclusivamente un fin sanitario, aunque el problema sanitario ya no exista y afrontemos una crisis tremebunda que se va a llevar por delante a millones de personas, arrasará países enteros y cambiará el paradigma global para los próximos cien o doscientos años.

Me imagino que los chinos pensaron ‘oye, que bien. Quizás así dejen de encerrarnos en casa’. Error. Porque nunca hay un ‘por lo menos’, con el que ansía el poder.

Los chinos tuvieron más encierros, menos libertad, más covid, menos derechos y un pasaporte de buen ciudadano que… Bueno, siempre puede tener usos más dinámicos de los inicialmente descritos. Porque seamos consecuentes, la idea de un gobierno (y máxime un gobierno totalitarista) no es precisamente cuidar al ciudadano. La verdad es que mientras se mantenga productivo y no moleste demasiado, ellos están bien. Porque eran conspiraciones hasta que se convierten en la triste realidad en la vida de millones de personas. ¿Quién iba a sospechar que el gobierno chino usaría la infraestructura covid para que la gente no pueda protestar?, pues por lo visto tan solo cuatro gatos aislados en sus burbujas negacionistas. Y el problema de todas estas maniobras sociales, es que cuando te das cuenta, suele ser demasiado tarde y ya lo tienes en casa echando raíces. Si no, que pregunten en Henan.

Henan es la provincia histórica china por antonomasia, pues se considera la cuna de la cultura del país con sus más de 3200 años de datos registrados. Actualmente es la quinta provincia más potente económicamente del país gracias al aluminio, el carbón y la agricultura. Aunque en cuanto a desarrollo social y económico per cápita, es una de las zonas más pobres y menos desarrolladas del gigante asiático. Henan es el reflejo a escala mucho menor de lo que es China: un país donde la riqueza se concentra en unos puntos muy concretos, mientras el resto aún pervive en el subdesarrollo más extremo, con zonas aun ancladas en el SXVIII.

¿Y qué sucede en Henan?, pues básicamente que el gobierno central chino ha congelado los depósitos de cientos de miles de personas e impedido que retiren su dinero en cuatro de los bancos rurales de la provincia. Las cantidades que circulan son varias y mareantes, pero tampoco puedo afirmar a ciencia cierta cuánto es, así que me guardo esa información. Lo que ha sucedido en Henan afectaría a más de medio millón de ahorradores que han intentado retirar su dinero y no les ha sido posible, y llevan así desde el mes de mayo; mientras la cifra de afectados sigue aumentando. La situación no ha trascendido demasiado a nivel mundial (me pregunto por qué), aunque parece ser que hay más bancos en el ajo a lo largo y ancho del país (pequeños, sobre todo), se habla de un total de 10. La cifra de ahorradores perjudicados irá subiendo considerablemente durante las semanas venideras, mientras que podríamos a hablar de un capital congelado de miles de millones de dólares. ¿Te has preguntado como seria que hoy intentes ir a retirar tu dinero y no puedas? ¿Qué abras la aplicación de tu banco y te salga un mensaje gubernamental diciendo que tu dinero no está disponible? Y con retirar, me refiero a disponer. No podrías pagar nada, porque tu dinero ‘no existe’. De la noche a la mañana no tendrías absolutamente nada, independientemente de la cifra que hubiese en tu cuenta corriente/ahorro. No podrías comprar comida, pagar un billete de autobús, comprar un medicamento… No podrías hacer nada.

Eso sucede en China.

Pero el problema de fondo no es ese (aunque sea de una gravedad extrema), pues la crisis de deuda china no es baladí y se lleva avisando varios años de su llegada. Un gigante con pies de barro que en su caída se llevará por delante a muchísimas pequeñas naciones, y creará una ola de un tamaño tal, que veremos como acaba afectando al resto del mundo. El problema es que las autoridades chinas han usado la infraestructura covid para reprimir las protestas y localizar a los instigadores de las mismas. De esta forma, el Pcch autoriza el retiro de fondos privados para pagar deuda e intereses generados y no acumular pagos, mientras castiga al pequeño ahorrador que protesta contra la medida gracias al pasaporte sanitario impidiéndole moverse con libertad y limitando su rango de acción a su propia casa. Siempre localizado y siempre alerta de sus movimientos, las autoridades tienen el camino llano para reprimir a voluntad cualquier foco de rabia social que surja en el país.

En un parpadeo tienes una medida sanitaria convertida en una maquinaria de aplastar revueltas engrasada y siempre a disposición del gobierno de turno, que podría usarla a consecuencia. En un parpadeo la renuncia voluntaria a tus derechos te puede hacer perder absolutamente todo sin que te des cuenta de cómo ha llegado a suceder, porque entregar tu libertad a cambio de promesas y un espejismo de protección social, es entregar tu vida. Y con ello, estás entregando, además, el futuro de tus hijos.

Renunciar es sencillo, recuperarlo…

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