Hay que estar agradecido

Tienes que sentirte agradecido. Agradecido por gozar de la precariedad, agradecido por ser incapaz de vivir cómodamente, y tener que contar las cosas de las que has de privarte para poder meter algo de chatarra malsana en la despensa, mientras la decencia se aleja de ti como una pluma al viento. Tienes que estar agradecido, porque en ese agradecimiento se encuentra la base de la convivencia, que a ti te lo han dicho en la tele el otro día. Sé demócrata, sé social, sé buen ciudadano.  

Has de estar agradecido, e intentar por todos los medios no aspirar a más, porque si aspiras a más y haces alguna pregunta incómoda, el cotarro se desarma. Tienes que estar agradecido por tener un trabajo precario, trabajo que te permite endeudarte con el banco para comprar un coche que tiene más usos que el bisturí del cirujano plástico de Leticia Sabater, y encima has de agradecer que llenar el depósito sea un lujo para el que tendrás que refinanciar tu deuda. Pero tienes que estar agradecido, porque si estás agradecido de tu vida de pobre, aun soñarás con alcanzar la inexistente clase media española. Porque te rodea gente de clase media, ¿a que sí? Personas que, con un sueldo poco mayor que el tuyo, pueden disfrutar de una vida de lujos a plazos, mientras las deudas los devoran por los pies e hipotecan el futuro de sus hijos para tener unos minutos más de gloria advenediza. Esa gente está tan agradecida como tú, porque por suerte no es pobre y puede etiquetarsecomo una clase social por encima de la media, por encima de ti, pringado.  Así, desde su púlpito de cartón piedra, te mirarán por encima del hombro durante los breves minutos que dure su ensoñación a tipo variable. 

Ahora están peleando porque la ensoñación pase a tipo fijo, pero claro, las cosas son como son. De agradecidos no se alimenta el sistema, pero no cabe duda de que necesita a los tontos para sobrevivir. 

Por eso tienes que estar agradecido de que en tu comunidad autónoma los que mejor viven, sean los que viven de tu sueldo. Porque tienes que estar agradecido al mundo de tener todo lo que tienes, y la posibilidad inherente de lo que puede ser, aunque no sea. Te repiten que vives mejor que nunca, y te lo repiten bien alto, para que no te pares a pensar que tal vez no sea así, y que un lujo fugaz no sustituye la tranquilidad que te otorga la estabilidad laboral, y un sueldo decente. Pero tienes que estar agradecido por cobrar lo mismo que hace dos décadas, porque mira tú cuántos avances tecnológicos disfrutas en tu día a día, ¿cómo no dar gracias? Siempre puedes llamar a Cofidis, e intentar que la compra de la semana te la metan en un microcrédito, y así mostrar aún más agradecimiento al sistema que nos ha traído hasta aquí. 

Hay que estar agradecido porque te permitan poner la calefacción de 9:00 a 22:00, porque podría ser peor. Y es que nuestros bisabuelos se calentaban con mondas de patata quemadas, y claro. Menos mal. 

Hay que estar agradecido porque los supermercados hayan subido los precios una media del 30%, mientras revientan a sus trabajadores por la misma miseria que hace veinte años. Eso sí, ahora en la polivalencia está la virtud y si no te gusta, vete a tomar por el saco.  

Hay que estar agradecido porque solo tengamos que llevar mascarillas en centros sociosanitarios y el transporte, porque oye, podría ser peor.  

Hay que estar agradecido porque somos tan responsables, que mantenemos la emergencia sanitaria vigente en el país. La cultura del cuidado. Somos los mejores, y damos las gracias por ser tan listos. 

Hay que estar agradecido por la escasez de diésel. Ah, ¿aun no dijo nada la tele? Bueno, ya lo hará. Pero dad las gracias, también. Los agricultores están encantados. 

Hay que estar agradecido porque te suban la luz un 300%, y te impidan entrar con tu coche a la gran ciudad: lo hacen por el medio ambiente, y por los niños de la guerra.  

Hay que estar agradecido porque nos mientan los de rojo, porque al menos no nos mienten los de azul. Así que, menos mal que no gobiernan los fachas. 

Hay que estar agradecido porque somos resilientes y entregados, unos buenos ciudadanos responsables y educados.  

Hay que estar agradecido porque nuestros impuestos van a sanidad… o no, pero qué importa, ¿verdad? Tú pagas, no te dan el servicio, masacran al personal sanitario y recortan lo que pueden y más, pero das las gracias porque mira EEUU que se mueren en los pasillos de los hospitales. Que te lo han dicho en la tele.  

Hay que estar agradecido de que nuestro médico tenga que atender a diario a 70 pacientes, además del trabajo administrativo que ello supone, sumando guardias y salidas a domicilio, pero si salen una hora o dos más tarde, el SESPA les dice que no se lo pagan. Porque la culpa es suya, por no sacar el trabajo en hora.  

Hay que estar agradecido de que te den cita para 15 días, porque no cubren bajas ni vacaciones. Pero en Madrid caca, que también te lo ha dicho la tele. El resto de autonomías van de cine. 

Hay que estar agradecido porque gracias a nuestros impuestos, tenemos carreteras… o no, porque quieren que las triplepaguemos, pero que no puedas usarlas con tu coche de pobre (jaja, pero dónde vas) y para colmo de no dejarte usar apenas el coche, seguir expoliándote por tenerlo. Pero qué más da, les damos las gracias, que son muy majos y quedan bien en la tele.  

Hay que estar agradecido por los policías que se ocultan tras las papeleras, radar en mano, para multarte por la ciudad: lo hacen por tu seguridad, ciudadano. 

Hay que estar agradecido porque nuestra élite política y empresarial, ha decidido irse a Egipto para reunirse en un resort de vacaciones (creado artificialmente) a todo lujo. Por supuesto no han ido en bicicletas ni veleros, han fletado cientos de aviones privados, además de una ingente flota de coches que ríete tú de un atasco de la M30, para decirnos que hay que pensar en el medio ambiente. Y por eso, vas a ser más pobre. Pero oye, más pobre vas a ser tú, ¿eh?, tú, tú; ellos no, tú. Da las gracias. 

¿Te sientes con ganas de dar las gracias?, si es así, pide hora para que te vea el psiquiatra de la seguridad social. Eso sí, paciencia que quizás no tengas cita hasta dentro de un mes, porque tus impuestos se gestionan despacio. 

Al final tenemos tantas cosas por las que dar las gracias, que no tenemos casi ninguna. Nos han tocado tiempos complicados, pero al menos tenemos el saber estar del rebaño para aceptar cualquier abuso, por tétrico y horroroso que sea, con una sonrisa y una palmadita en el hombro. Porque somos así, las mejores generaciones que ha parido la tierra. Y lo más divertido de la situación, es ver como los que durante nuestros años mozos nos dijeron una y otra vez, como protestaron ellos contra el franquismo y lo progresistas que eran, han sido los más mansos del rebaño a la hora de aceptar medidas dictatoriales. Incluso las pedían. Se ha visto como toda la verborrea con la que nos inculcaron su falsa superioridad moral, no han sido más que vulgares falacias propias de trileros y cobardes. 

Igual no tenemos que estar tan agradecidos, y empezar a estar un poco más resentido y cabreados. 

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