Eutanasia forzada, pobreza enquistada

¡Bingo!

Cantamos recesión, celebramos la eutanasia forzada de la sociedad mientras disfrutamos de este último verano a todo tren y de una forma hedonista que ríete tú de Calígula, como dice cierto diario digital de abolengo. Porque ya sabéis que somos unos irresponsables, mira tú que dilapidar los ahorro del covid (llámese ahorros del covid a que limitasen nuestras vidas durante dos años mientras los que te llaman hedonista se hicieron de oro) en unas vacaciones o gastos superfluos, pudiendo dedicarlo a pagar un kilo de bananas a 5 euros en unos meses o el uso de media hora de agua caliente durante la mañana. Menuda piara de mantenidos que sois, amigos, no pensáis en ellos y demasiado en vosotros. Pero no os preocupéis, que las rebajas van a ser para todos los públicos: grandes y mayores; pequeños, abuelas y tíos, homosexuales y heteros, de género fluido o género sin género. Da igual que seas blanco o negro; chino o congolés, tolerarás con regocijo un despiece premeditado de ese falso estado del bienestar al que nunca tuviste derecho y jamás fue tuyo. ¡No!, no era tuyo. Te lo alquilaron por un tiempo, pero lo que sucede con estos alquileres de renta antigua, es que se pueden ir a pique cuando el dueño del edificio opta por demolerlo para vender el terreno, entonces hará lo que no está escrito para que te largues cagando leches de su vivienda. Y déjame decirte que, si no sabes dar pena de la forma precisa, te vas a quedar en la calle con una mano delante y otra detrás. Y ahí tenemos una preciosa recesión en forma de lote de tómbola, donde los peluches serán lo único que puedan abrazar los niños famélicos mientras sus papás con trabajos miserables, acampan en las calles en espera de un bono de comida que les permita llevar algo a la boca esa semana. Al menos agradece que tienes trabajo, porque en la acera de enfrente estará el cementerio donde han ido a parar los pobres desgraciados incapaces de sostenerse sobre sus dos piernas ante la tormenta. Y claro, se los llevará por delante. Huelga decir que no sobrevivirán los más fuertes, tan solo los pobres sin suerte que disfrutarán el brillante porvenir que nos depara a la vuelta de la esquina.

Tal vez estar muerto iba a ser una opción mejor, pero oye, si al menos vas a pedir con mascarilla no te contagiarás de covid. No te quejes, no iba a ser todo tan malo. Pero, queridos amigos, no nos vamos a ir solos. Esta vez no, de la mano y dando saltos por el campo mientras va sonando la música de los créditos finales, ciertos países nos acompañarán en este coro suicida en el que ellos nos han metido y nosotros permitimos que nos metiesen. Podemos añadir alguna canción de Sonrisas y Lágrimas o hacer el baile del cowboy. La verdad es que me da igual.

Alemania, ay Alemania quien te ha visto y quien te ve. Orgullo del norte, paladín de la austeridad, responsabilidad hecha nación y raza superior. Alemania, querida Alemania, que el caos que has generado te devora las entrañas. Alemania se hunde en sus dogmas mientras el resto de Europa no sabe muy bien lo está por venir, y esa situación ha dejado a pie cambiado a tanta gente que me parece que ni ellos mismos saben ahora por donde salir, por lo que en esos mismos países comenzará otra campaña de odio despavorido hacia los vagos y sudorosos sureños. Porque somos unos panchitos europeos, razas inferiores que tan solo saben beber, bailar y gritar, mientras los responsables protestantes levantan sus naciones y sostienen la nuestra con su esfuerzo y trabajo. Era así, ¿no? Ese racismo si está permitido, porque es racismo entre blancos, entonces no pasa nada. Más racismo para el niño y la niña.

Hay países que van a afrontar la pobreza por primera vez en más de 50 años, países subvencionados que han vivido bajo el precioso y colorido paraguas estadounidense desde que finalizó la guerra en el 45, y se van a dar de bruces con una preciosa realidad que les pintará la cara por todos los lados. No pasa nada, que nos pidan consejo a los españoles. Perdón, a los PIGS. Porque entre insultos y adjetivos peyorativos, nosotros sabemos al menos lo que es vivir de crisis en crisis y tiro porque me toca o me dejo llevar por la corriente, sin salir de un bucle en el que nos hemos visto atrapados por un onanismo político salido de otro siglo. Hermanos, tranquilos, que de todo se sale, el problema es que os dirán que vais a salir más fuertes y no es más que una vil mentira. Saldréis más pobres, más divididos, hambrientos, delgados, y con vuestro país entregado a unos poderes de dudoso calado moral de los que no vais a poder deshaceros nunca. Porque al final, queridos amigos, todo vuelve y en este caso, lo que habéis sembrado durante casi 20 años lo vais a cosechar con creces. Os diría que en España vamos a sufrir, pero llevamos haciéndolo más de una década, unos pocos años más no van a suponer una diferencia demasiado grande. Para vosotros, por otro lado, bueno… Suerte y al toro, luteranos. Porque la vais a necesitar.

¡Pero hay mundial! Que alegría poder disfrutar de los goles de Ansu Fati mientras esperas en la cola de Cáritas para tu cena de Nochebuena. No puedo de tanta emoción y tú tampoco, pillín. Así que al menos cuando llegue la pobreza podremos vibrar con la roja como se debe. No quepo en mí de orgullo y de demagogia barata, me supera. Catar nos hará sentirnos orgullosos, que le quitó a Mbappé al Madrid, ¿os acordáis?, no pueden ser tan malos, que lo han dicho algunos.

¿Recordáis a todos los que se dedican aun a hacer gimnasia mental para defender las medidas que han acelerado la llegada del caos?, esas mismas personas que durante años han dicho que teníamos que ir hacia la energía verde si o si (sin dar soluciones ni alternativas, porque eso es de pringaos concienciados, así que ponte a pedalear) y deshacernos de nuestra dependencia fósil (pero aumentar las compras a Rusia y plegarnos a su gas, arrodillarnos ante Moscú entregándoles nuestro futuro y a ver qué pasa. Si ese sátrapa no perdía el juicio y liaba alguna. Al final la lio, claro). Esos. A esas personas las vais a ver en unos meses defendiendo los racionamientos de gas, combustible, comida y ciertas cosas, porque ‘estamos en guerra’, aunque no sepan muy bien contra qué o quién estamos en guerra. Te dirán que el nivel hiperinflacionista surgió por la invasión rusa, no por el cuello de botella generado debido a detener el mundo casi un año (que listos sois, coño) y unas políticas monetarias expansivas y suicidas que han inundado el mercado de más dinero del que se demanda, amén de comprar deuda pública como si se fuese a acabar el mundo. Pues nada, aquí estamos, y el mundo no se va a acabar, pero el sistema va a temblar o veremos que sale de lo que hemos creado.

Os podría recomendar veinte mil cosas, pero si al final solamente sois curritos como yo, se nos escapan ciertos movimientos como invertir en valores refugio y demás actos de protección monetaria individual, no tenemos medios ni tampoco ahorros que invertir, porque vivimos al día. Así que, pies clavados en tierra y a resistir el temporal, porque a partir de ahora dejaremos de vivir al día para vivir de ayer en ayer.

Mientras tanto, puedes pedalear en el próximo concierto de tu artista favorito (bueno, si te lo puedes pagar cosa que dudo) para que éste, mediante las exenciones climáticas creadas expresamente para gente como él, se compre un jet o un coche de superlujo. Y tú, con tu conciencia bien tranquila y el bolsillo vacío, podrás seguir creyendo que todo es por el planeta, mientras por fin el planeta vuelve a ser de cuatro y tú has regresado a tu lugar: el subsuelo. Bienvenido, amigo Morlock.

Imagen cortesía de Pexels.

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