Alemania,Caperucita y el timo energético verde

Y al final de la historia el lobo acaba siendo cazado por el cazador y Caperucita se sale con la suya mientras la abuela acaba semidigerida en el estómago del cánido después del desastre que generó la niña.

Padres, espero que no dejéis a vuestros hijos leer los cuentos de los hermanos Grimm, no vaya a ser que suceda como en Lightyear no es para niños, y os acaben saliendo ranas. ¿O cuentos donde se mata a hachazos a animales y suceden cosas de lo más gore es algo con lo que no tenéis problema? No, tal vez sea tan solo con una pareja que se sale de vuestros cánones.

Y después de esta pulla gratuita que me saco de la manga, porque quiero y porque puedo. ¿Sabéis por qué?, porque no tengo que rendirle cuentas a nadie y esta página solo me genera gastos. Así que disparo con alegría a todo lo que se mueve y considero incorrecto, sin tener que lidiar con consecuencias monetarias después. Los pobres tenemos eso, que no pueden amenazarnos con quitarnos lo que no hemos tenido nunca. Y yo, como soy pobre de pedir, hago lo que quiero con mi pelo.

Guiño, guiño.

Bueno, venga, me centro.

Pues Alemania es Caperucita y nosotros somos la triste abuela que, después de aceptar los caprichos de la niña y pagar por sus errores, tenemos que ver desde el más allá como ella se va de rositas después de haber sumido en el caos todo lo que rodea. Su entorno y un poco más.

Alemania parece que empieza a retroceder con las políticas suicidas energéticas que llevan amparando más de dos décadas enarbolando una superioridad moral estomagante, y es que cuando la realidad llama a tu puerta tienes dos opciones: huir por la ventana o rendirte. Los alemanes han decidido rendirse. No es para menos, tienen al país sumido en un caos energético de época, de esos que derriban gobiernos y sociedades. Pero al parecer el momento definitivo ha llegado cuando los gigantes industriales han empezado a plantarse ante las salvajadas que han ido cometiendo con el suceder de los años. No por tener al país de rodillas frente a Moscú, eso al parecer no tiene la relevancia necesaria para cambiar la dirección de una política nacional, pero por lo visto le injerencia empresarial tiene ya cierto peso en un Berlín débil y entregado. Genera una sonrisa pícara el pensar que arruinar a su país, hipotecar al ciudadano y cientos de miles de negocios, no ha tenido la menor importancia para multitud de gobiernos a nivel mundial. Es cuando han visto sus prebendas peligrar, cuando el estandarte del cambio verde y el ecolojetismo paneuropeo, ha decidido dar un giro al timo energético verde.

Cosas.

Claro que leyendo esto podemos sacar en claro que al fin las cosas van por buen camino, pero no me cabe duda de que no es así. Que somos España, coño. Como nosotros tenemos que ser más papistas que el papa, no es que vayamos a cambiar la dirección de estas políticas verdes suicidas, es que hemos acelerado el proceso de transformación hacia convertirnos por fin en un erial energético dependiente y sin futuro, del que todos podrán aprovecharse y llevarse su cuota del pastel correspondiente. Porque somos los más listos de la clase y hemos optado por derribar toda posibilidad de tener un futuro a corto plazo que no sea la escasez e inflacionario. Es decir, que no nos hunda más en la ruina en la que estamos metidos.

Porque ahora mismo si España necesitase echar mano de una mina o térmica, no podría. Porque tras años de desuso, ya no es que cueste reacondicionarlas, es que hemos empezado a volar las centrales sin tener un mínimo de cabeza para intentar entender que estamos metidos en la mayor crisis energética que ha conocido la era moderna. Y no vamos a salir de ella con molinos de viento y muchas buenas intenciones. Porque hemos optado por cortar lazos con un proveedor de gas seguro, para pagar casi el triple por menos a los Estados Unidos del abuelo gagá. Reducimos suministro porque ‘el Sáhara’ mientras no sabemos como se van a calentar los hogares españoles este invierno. Bueno, eso el que tenga dinero para tan siquiera pagar el encendido de su caldera, que no estoy seguro de que sean muchos.

Y aquí no hay vuelta atrás, porque ningún partido se ha plantado contra esta enajenación de la que todos hemos sido partícipes. Pero la factura de esta locura, no hemos empezado a pagarla aún. Lo que estamos viviendo es la antesala de lo que vamos a vivir, y la próxima vez que vuestra empresa intente ir de verde y super comprometida, le dais una vuelta. Sobre todo, cuando esa misma empresa a vosotros os martiriza. A vosotros curritos de turno, os tiene bajo el yugo amenazador de la explotación, pero está super metida en el rollo climático intentando que vosotros gastéis menos agua. Y todo, para que el jefe de turno se lo lleve crudo vía ayudas y subvenciones y pueda comprarse un eléctrico de 80.000 euros.

Porque es la sociedad que tenemos, esa sociedad super preocupada por el medio ambiente pero que pisotea derechos, libertades y compromisos sociales, como el que pisotea una lata en mitad de la calle.

La realidad está llamando y va a tirar la puerta abajo. A disfrutarlo con salud. Porque vamos a saber lo que de verdad es una crisis, vamos a saber lo que de verdad es una emergencia y sobre todo, vamos a aprender a diferenciar la pomposidad política del caos tangible.

Imagen cortesía de Pexels.

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