Abandonados entre las llamas

Se quema España. Se quema el país ante la mirada impávida de unos y otros, repartos de culpas e inacción institucionalizada hasta el extremo por parte de unos dirigentes incapaces, superados e ineficientes. Y por eso mismo nos encontramos en un punto de quizás, no retorno, donde podremos empezar a tomar mejores decisiones de cara al futuro, aunque el presente sea catastrófico. Tal vez no seguir cometiendo los mismos errores y sufriendo con ello, las mismas consecuencias una y otra vez, cada año desde hace más de una década. 

¿Qué ha sucedido en España? Ha sucedido lo que tenía que suceder cuando un país donde predominaba el sector primario como principal motor de la economía, pasa a un segundo plano y con ello se abandona el campo y multitud de pueblos a la buena aventura. La superficie forestal ha ido creciendo año a año, aumentando en las últimas tres décadas más de un 30% su superficie total. Una superficie abandonada, tanto en gestión como en mantenimiento, de manera reiterada por todas las administraciones sin importar en este caso el sesgo político. Al revés de lo que se piensa, el mal llamado proteccionismo ecologista institucionalizado, de todas estas zonas, no ha hecho más que incidir en su descuido, pues se prohíbe la gestión de bosques por medio de la España rural que aún se mantiene en pie en diversas zonas del país. Llevando con todo esto a que no se limpien las áreas forestales altamente perjudicadas. Por lo tanto, cada verano el estrés generado por el calor estacional, la carencia hídrica en la vegetación resultante, aunado a la sequedad, crea un caldo de cultivo idílico para la proliferación de incendios por la causa más rocambolesca que podamos imaginar. 

No hay cambio climático detrás de todo lo que estamos viviendo, hemos vivido periodos más cálidos sin una proliferación tan continuada de incendios. La diferencia con épocas pasadas es la gestión llevada a cabo en los montes y el campo español, que hoy brilla por su ausencia. Aunque vivamos un periodo de cierto aumento de la temperatura, como hemos vivido antes y viviremos en un futuro, los grandes incendios que estamos viendo tiene su origen en la gestión de nuestras masas forestales. La enorme mayoría de fuegos se han originado por la mano humana, no por arte de birlibirloque natural. 

Los cotos de caza no se incendian, ¿por qué? Porque son zonas cuidadas que tienen un mantenimiento continuado a lo largo de todo el año. 

Un buen invierno previsor, evitaría muchas de estas situaciones que vivimos hoy. Una buena gestión en cuanto al abandono total de nuestros montes y campos dejados de la mano del hombre, con normativas absurdas respecto a su control, que impiden el cuidado y reordenamiento del ecosistema, tendría una incidencia determinante en la situación. ¿Cambio climático? Entramos de lleno en el juego político, donde el incendio es cambio climático dependiendo de la comunidad donde se origine y quien gobierne en ella. El cambio climático como tapadera de una gestión nefasta década tras década. 

Hemos dado con una nueva forma de evitar responsabilidades penales y políticas asumiendo como culpable un ente incorpóreo, mientras los que en realidad deberían darte una solución prefieren seguir mirando para otro lado ante el aplauso incesante de todos aquellos que no pueden ver más allá de sus narices. 

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